domingo, 10 de abril de 2011

Las enseñanzas de don Quijote

Miguel de Cervantes, uno de los grandes genios de la humanidad nos legó una magna obra titulada originalmente como “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. La primera parte la escribió entre 1590 y 1602 y la segunda parte entre 1605 y 1611.
Con su obra, Cervantes se hizo inmortal hablando por boca de un loco y de un rústico y creó la fábula más ingeniosa del mundo. En su tiempo, algunos la catalogaron como la mejor epopeya cómica del género humano y otros como una epopeya poética de un sueño. Don Quijote es el símbolo de la idealidad y generosidad, el espíritu de lo que nunca muere en el hombre: el amor y la fe. Por su parte, Sancho Panza representa el espíritu práctico de la vida y Dulcinea del Toboso, es la mujer amada ideal.
Cuando Cervantes hizo este libro, lo escribió con intención de que el melancólico lector se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de las invenciones, el que se crea importante no la desprecie y el prudente no deje de alabarla.
A través de sus personajes de la obra, Cervantes nos hace reflexionar sobre lo mucho que hay que aprender en ella y también nos hace reír como la siguiente historia:
El Pueblo del Rebuzno
En cierto pueblo a uno de sus regidores se le perdió su burro y aunque lo anduvo buscando afanosamente, no lo encontró. Otro funcionario le avisó por donde había visto el burro perdido en el monte y fueron los dos a buscarlo.
Al llegar al lugar indicado, no vieron al burro por lo que decidieron usar la siguiente estrategia. Los dos funcionarios presumían de saber rebuznar mejor que los asnos y acordaron ir cada uno por distinto camino al mismo tiempo que iban rebuznando con la esperanza de que el burro perdido respondiera a sus llamados.
En determinado momento, los buscadores rebuznaron al mismo tiempo y acudieron uno hacia el otro creyendo que habían encontrado al animal y cuando se vieron frente a frente, dijo uno: “¿Es posible, compadre, que no fue mi asno el que rebuznó?” “No fue sino yo – respondió el otro.” “Ahora digo – dijo el dueño—que entre el burro y tú, no hay ninguna diferencia, en cuanto toca a rebuznar; porque en mi vida he visto ni oído cosa parecida.” “Esas alabanzas –respondió el otro—te quedan mejor a ti, compadre; que por el Dios que me crió, podéis dar dos rebuznos de ventaja al mayor y más perito rebuznador del mundo, porque el sonido que tenéis es alto; tu voz es sostenida y a su tiempo y tu tonada es inmejorable; en fin, yo me doy por vencido y tú ganas en esta rara habilidad.” “Ahora digo –respondió el dueño—que de aquí en adelante me estimaré más porque tengo esta gracia. ”También diré yo ahora –respondió el otro—que hay raras habilidades perdidas en el mundo, y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse de ellas.”
Para hacer el cuento corto, los dos regidores continuaron buscando al burro pero lo encontraron muerto en el fondo de un barranco por lo que volvieron desconsolados a la aldea. Allí relataron a sus amigos y vecinos lo que les había sucedido cuando andaban en la búsqueda del asno y ese cuento se extendió por toda la comarca de tal manera que de allí en adelante, cuando un residente de otra población se encontraba cerca de algún habitante del Pueblo del Rebuzno, se ponía a rebuznar a manera de burla y eso fue motivo de muchos pleitos.
Cervantes, por medio de las locuras de don Quijote quiso resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca; por lo tanto, su misión estaba bien clara: deshacer agravios, enderezar tuertos, rescatar viudas, proteger doncellas, y enmendar sinrazones y abusos. Esto lo aprovechaban algunos vivales diciendo: “Pues yo me la he pasado haciendo tuertos, recostando viudas, deshaciendo algunas doncellas, de esas que andan con toda su virginidad a cuestas y hasta con peligro de irse enteras a la sepultura”.
En la obra de 126 capítulos, don Quijote nos hace vivir muchas escaramuzas entre las cuales podemos citar:
Cuando es “armado” como caballero, cuando compartió comida con los cabreros, cuando liberó a los que llevaban presos a servir en las galeras, cuando arremetió a una manada de cabras, cuando libró una gran batalla con unos gigantes, que resultaron ser unos cueros donde guardaban vino. Cuando quedó colgando al tener amarrada su mano y él estaba parado sobre su caballo Rocinante, cuando arremete contra unos peregrinos creyendo que llevaban presa a una dama, y que resultó ser la imagen de la Virgen Dolorosa. Cuando enfrentó a unos leones que llevaban en jaulas y estos no lo atacaron por flojera. Cuando bajó a la Cueva de Montesinos, cuando deshizo el teatro del Titiritero, cuando monta al caballo (de madera) Clavileño y cuando no se apartó del camino y fue atropellado por la manada de toros que llevaban a lidiar. Entre todas estas historias también destaca la Aventura de los molinos de viento que don Quijote creía que eran gigantes peligrosos a quienes tenía que derrotar. Cuando don Quijote embistió a uno de ellos, su lanza quedó enredada en un aspa y fue a dar de cabeza al suelo y por poco queda sin dientes y de allí saca la conclusión que “En mucho más se ha de estimar un diente que un diamante”.
Don Quijote y Sancho Panza viajaron por muchos lugares, dormían aquí y comían allá; unas veces huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién. Don Quijote buscaba cualquier ocasión para cumplir su designio y Sancho esperaba que su amo ganara algunas batallas para él poder “gobernar” algún pueblo conquistado. Pernoctaban en bosques y montañas donde el mismo silencio guardaba silencio.
Aprovechaban la quietud del campo para dialogar. Don Quijote decía que la risa y la broma sirven cuando alegras tu corazón pero sin ofender a terceros.
También decía que “las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado se vuelven bestias”.
Sancho también aconsejaba diciendo: “La melancolía es la mayor locura que un hombre puede hacer en esta vida. Dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben”.
Continuaba diciendo don Quijote:
“Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro”.

“Todas las cosas materiales que buscamos en la vida son quimeras, necedades y desatinos que los magos y encantadores nos las ponen al revés para que nos vayamos tras ellas”.
“La venganza es mala porque en cuanto haces la primera, se eslabona la segunda y ésta jala a la tercera y ya después no puedes dejar de ser rencoroso y malévolo”.
Por su parte, Sancho le respondía: “No sé decir razón sin refranar, ni refrán que no me parezca razón” y agregaba:
“De noche todos los gatos son pardos” y “oficio que no da de comer a su amo, no vale dos habas”; porque al final de cuentas, “al meternos a la tierra, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero y no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán aunque sea más alto el uno que el otro; que al enterrarnos en el hoyo, todos nos ajustamos y encojemos”.


Valores humanos que nos recuerda don Quijote:
“La Libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…..”
También debes tener compromiso para cumplir la palabra empeñada.
“La ingratitud , Sancho, es algo que debes desechar, incluso más que la soberbia, porque de desagradecidos está lleno el infierno. Recuerda que cuando alguien da o perdona se siente superior al que recibe; pero éste se empareja con su agradecimiento”.
Don Quijote tuvo Lealtad y fe a Dulcinea del Toboso a quien amaba aun sin haberla visto.
También decía que un caballero andante debe ser valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla. Debe luchar a brazo partido contra la pereza, la ociosidad y la gula. Debe entender que para ser caballero, tendrá que templarse en la lucha, las carencias y las inclemencias del tiempo y de las circunstancias.
“Debes ser humilde, Sancho, aceptando tu linaje pero adornándolo con virtudes que aprendas y practiques”.
Cuando castigues, Sancho, hazlo solo una vez. Si a alguien has de castigar con obras no lo trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”.
Don Quijote también le dio a Sancho estos consejos para adornar el cuerpo: “Debes ser limpio y cortarte las uñas”. “Si tienes seis vestidos para adornar a tus pajes, viste a tres y regala otros tres a otra gente; así tendrás pajes para el suelo y para el cielo”. “Vístete adecuadamente porque quien viste de manera descuidada refleja también un ánimo descuidado”. “Anda despacio y habla con reposo pero cuidando que todos te escuchen”. “Come poco y cena más poco, porque la salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. “Sé templado en el beber porque demasiado vino ni guarda secreto ni cumple palabra”. “Modérate al dormir porque el que no madruga con el sol no goza el día”.
Don Quijote recomendaba ser cortés, comedido, no soberbio y no arrogante. Decía: “No te auto-alabes porque eso es vanagloria y te envilece”. Atacaba a quien fuera murmurador, flojo y blando que no pudiera aguantar los rigores del campo. Era un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo. Hacía las cosas del mayor loco del mundo y decía razones sabias que borraban lo que hacía.

“Cada quien se sale por la puerta de su locura,
son pocos los que se quedan en el vergel de su pensamiento;
hay unos que con mucha o poca cordura,
disfrutan la reflexión y el entendimiento”.

En la comedia de este mundo donde unos la hacen de emperadores y otros de pontífices y otros más de diferentes figuras, al llegar el fin que es cuando acaba la vida, la muerte les quita a todos la ropa que los diferenciaba y quedan iguales en la sepultura.
Para todos los que tenemos de herencia el castellano, vemos cómo Miguel de Cervantes inicia el cuento: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo…..”
También vemos que al final del cuento llegó don Quijote vencido de brazos ajenos pero vencedor de sí mismo, que es la mayor victoria que cualquier humano puede desear.

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